La periodista habló con El País y repasó el final de los ciclos “Vespertinas” y “Arde la ciudad”. “Lloré el final de Arde y tuve unos días de retraimiento”, admitió.
Fue una semana difícil. En cuestión de días, la periodista Sofía Rodríguez debió enfrentarse al final de sus dos ciclos en los medios. El primero llegó un viernes de mediados de junio, cuando Arde la ciudad, que conducía en las mañanas de Radio Cero junto a Nicolás Núñez y Robert Moré, fue levantado sin previo aviso. Los comunicadores se enteraron de la decisión de los directivos de la emisora —que ahora pertenece a Radio Carve— tras el final del programa del viernes y no tuvieron la oportunidad de despedirse al aire.
El jueves siguiente, Rodríguez se enteró de que Vespertinas, el programa que condujo durante tres más de años en las tardes de Canal 4 también llegaba a su final. En esta ocasión, sí pudo despedirse de los televidentes y agradecerles por el camino recorrido.
Si bien las dos noticias la tomaron por sorpresa, la periodista que pasó por Algo Contigo, Buen Día Uruguay y Maybelline Model no bajó los brazos. De inmediato, se metió de lleno en un nuevo proyecto. Se trata de “Tres almas”, una iniciativa audiovisual que cuenta con el apoyo del sector de turismo de la Intendencia de Colonia.
A través de una serie de videos pensados para redes sociales, Rodríguez y un equipo de realizadores transmitirá la experiencia de visitar la ciudad de Carmelo. “Es una material de mucho impacto visual que muestra un pequeño relato sobre la ruta bodeguera y la historia de las bodegas familiares. Ir a Carmelo es vivir una experiencia porque tenés de todo para hacer y queremos mostrarlo con estos spots. Tenemos pensado expandirlo a otras ciudades del país”, adelanta.
Mientras prepara el nuevo paso de su carrera, Rodríguez se tomó un tiempo para mirar atrás y repasar junto a El País lo que significó el final de Arde la ciudad y Vespertinas.
—Pasaste por unos días complicados. En una semana terminaron Arde la ciudad y Vespertinas. ¿Cómo lo tomaste?
—Fueron siete días complicados. Lo de la radio fue más brusco porque no nos pudimos despedir de la audiencia y me parece que no estuvo bueno. Entiendo las decisiones empresariales y las respeto, pero creo que no hubiera cambiado en nada habernos enterado el jueves y haber hecho el programa del viernes como una despedida y jugar con la audiencia. No sabíamos que iba a pasar, aunque sí corría el rumor de que (Radio Cero) se vendería a Carve y que buscaban una FM para retransmitir sus periodísticos. Me pasó una cosa particular porque Vivi Ruggiero y Pati Madrid son muy amigas mías, y ellas estaban el horario de Arde; entonces nos abrazábamos y decíamos: “Ay, ¿qué va a pasar?”. Al final llegó el viernes y nos confirmaron el final del programa. Me dio pena porque Arde la ciudad me cayó en un momento muy importante de mi vida; hacía mucho tiempo que quería volver a la radio y disfruté mucho de hacerlo. Con Nicolás Núñez y Robert Moré nos hicimos amigos, y se me caían las lágrimas de reírme en cada programa. Que se terminara Arde me tocó el corazón.
—¿Cómo la vas llevando?
—Yo soy una persona muy resiliente. Sé que es un lugar muy común, pero en muchas etapas de mi vida terminó pasando algo así. Siempre creí que las cosas tienen que llegar e irse en el momento necesario;lo creo desde mis entrañas. Los primeros días fueron de encontrarme en mi casa, porque soy una persona que estaba viviendo a 2000 kilómetros por hora, y de la nada estaba como:“¿Ahora qué hago?”. Lloré el final de Arde y tuve unos días de retraimiento porque tenía que procesarlo porque lo que más dolió fue saber que no iba a compartir más con mis amigos. Eso me duró todo el fin de semana, y el jueves de tarde nos enteramos de que se terminaba Vespertinas. Fue muy difícil porque perdí dos trabajos en una semana, pero lo bueno es que a partir del final de Arde se reactivaron trabajos en redes sociales y me empezaron a llegar propuestas buenísimas. Siempre digo que tengo un angelito de la guarda porque siempre que tuve que irme de algún trabajo, en poquito tiempo surge otro. Ahora estoy tranquila y me estoy tomando el tiempo para ver qué hacer. Este año cumplo 40 y es el momento de encontrar un proyecto que me llene y que me de placer.
—En una entrevista con El País, Valeria Tanco destacaba que en Vespertinas se podía pasar desde “una historia mínima de vida a una cuestión política o social”. ¿Qué valorás de esa experiencia de tres años en el programa?
—Concuerdo con Vale. El gran acierto es que era un programa que podía tocar cualquier tema con altura, sensibilidad y empatía. Pero también con diversión porque Adrianita (Da Silva) y Vale tenían una capacidad increíble de hacer humor, que es una de las cosas más difíciles en nuestro medio. Vespertinas era un proyecto que yo quería hacer hace muchos años porque no existía un programa de actualidad y entretenimiento en la tarde;era como que la televisión se apagaba a esa hora. Fue un sueño que se materializó durante mucho tiempo y que buscaba informar pero sacándole dramatismo a las cosas. Queríamos que tuviera un rasgo muy empático con las historias mínimas.
—Y eso se notó cuando se anunció el final del programa. Llegaron bastantes mensajes de televidentes que seguían el formato desde hace tiempo.
—Sí, tal es el compromiso que había una televidente que nos seguía desde el día uno. Ella tuvo una enfermedad y un proceso de recuperación muy largo, y me escribía todos los días por Instagram durante un año y medio. Me decía cosas como:“Sofí, qué lindo el programa” y “Cómo me reí con el móvil”. Me iba contando paso a paso de su enfermedad y cómo Vespertinas la acompañaba en ese proceso, y tuvimos muchos casos así. Además estaba el compromiso social con las ollas solidarias, entregando juguetes, entregando canastas y más. Es algo difícil de dimensionar pero cuando te llegan mensajes de la gente no entendés que el programa sea algo tan importante para alguien. Vespertinas tenía una cuestión de empatía especial y por eso el final del ciclo me dio mucha pena. Valoro mucho que nos hayan dado la posibilidad de despedirnos al aire porque siento que el público se lo merece.
—En varias entrevistas te definiste como una persona “camaleónica”. Pasaste por radio, trabajaste en Algo Contigo, Maybelline Model y Buen día Uruguay. ¿Sentís que pudiste moverte con comodidad entre distintos proyectos?
—Ser “camaleónica” es una palabra que me define. Me siento así y es algo que busqué y que más atesoro de mi carrera porque soy inquieta. Me gusta hacer proyectos diferentes y probarme en distintas cosas. Cuando empecé a trabajar en los medios todavía la cosa era muy estructurada, entonces si hacías entretenimiento no podías hacer algo de periodismo. Pero, ¿por qué? ¿Por qué uno se tiene que limitar por lo que el otro piense? Cuando me ofrecieron hacer un reality de moda, me animé, hice el casting y quedé. Hicimos cinco temporadas del programa. Lo mismo cuando salí de Día perfecto, que hacía una columna más estructurada, y me fui a Algo Contigo. Siempre me interesó hacer las cosas que quiero y me comprometo para hacerlas bien. Al final, nada puede salir mal cuando le ponés amor y perseverancia.
—Estás hace años en los medios y has pasado por distintos formatos. ¿Cómo analizás el camino recorrido?
—Me cuesta analizarlo. Lo que sí te puedo decir es que desde adolescente sabía que quería trabajar en los medios. Me acuerdo que miraba CNN y no lo podía creer (se ríe). Por más de que no me dediqué al informativo, sí tenía claro que quería ir hacia ese lugar, entonces empecé a formarme y mientras estudiaba en la facultad trabajé en la producción del Canal 12 y luego en una agencia de comunicación. Después, cuando salí de facultad, trabajé en Sarandí y fui absorbiendo enseñanzas de mucha gente que me encontré en el camino y de la que estoy eternamente agradecida. Creo que la fórmula para mantenerme fue ir aprendiendo a través de pasos cortos pero seguros. Estoy en un momento donde estoy muy en paz, en armonía y satisfecha con el trabajo que hice y que quiero seguir haciendo. Cuando miro atrás, digo: “Qué lindo el camino recorrido, no me arrepiento de nada”. Hice televisión, radio, revistas y redes sociales, y todo me dejó una enseñanza muy linda.